Dirigida por Dorian Fernandez y escrita a
cuatro manos por él y Paco Bardales, Desaparecer propone iniciar una reflexión acerca de problemáticas
sociales que afectan a zonas a las cuales el centralismo les da la espalda.
Termina la función y casi todos aplauden.
¿Qué hemos visto durante una hora y media?
La historia va así: Giovanni, un profesor
de estadística tiene que buscar a su novia, Milena, consultora que venía
trabajando en la comunidad de Nueva Esperanza, en la Amazonía de Loreto. Su
embarcación ha naufragado y es llamado a Iquitos para ser informado de las
labores de rescate. Ayudado por Ganosa, oficial encargado de la jurisdicción,
llegan hasta la comunidad de Nueva Esperanza a hablar con todos los que
tuvieron contacto con ella antes de desaparecer. Aunque todos los pobladores
creen que se trata de raptos hechos por los yacuruna (seres mitológicos mitad
hombre, mitad pez), Giovanni descubre que se trataría de un secuestro realizado
por empresas dedicadas a extraer el Palo Rosa, árbol que se encuentra en
peligro de extinción. En su afán de encontrar a Milena, Giovanni se da cuenta
que estas desapariciones son solo un eslabón más de la cadena de ilegalidad
dentro de la cual muchas comunidades pueden conseguir recursos económicos.
De
la selva su cine
Según Fernández, esta historia es la
culminación exitosa de la película que quisieron realizar desde un inicio.
Basada en un relato que su abuela le transmitió hace mucho tiempo, Desaparecer
trata visualizar el trabajo cotidiano de capitales internacionales sobre
especies que deberían ser conservadas. Y no solo hablamos de árboles, sino
también de animales. “Este es el momento preciso en el cual se tenía que hablar
sobre este problema”, señaló al cierre de una de las funciones.
Se nota en esta película un trabajo mejor
consolidado que en su primera apuesta: Cementerio General, tanto en la
integración y aprovechamiento del espacio –Iquitos y la selva como locación
principal- como en la evolución del empleo de los componentes técnicos de la
película: Dirección de fotografía, guión y posproducción.
Hay que reconocer que el despliegue de
producción, dentro del estándar de películas nacionales, es reflejo de un
trabajo de planificación y sistematización. El traslado a las locaciones, tomas
aéreas, la explosión de una embarcación y el casting de actores dan un poco la
cuenta sobre la ambición detrás de la cinta nacional. Sin embargo, tengo que
hacer dos críticas, espero constructivas, a nivel de dirección y a nivel de
guión.
La dirección de actores ha mejorado pero
sigue siendo parte lo esperado. No es fácil tratar de motivar grandes
despliegues actorales, pero lograr que ellos mismos se crean el papel podría
ayudar. A excepciones de Giovanni (Cuya explotación de “espacios personales” es
fina), Milena (A quien realmente nunca terminamos de saber quién es),
Rubén y la gobernadora, me parece que los demás personajes no llegaron a
trasladar las pautas del guión (sí, porque son pautas que deberían mejorarse
durante el rodaje), al modo de pensar de cada personaje, les faltó creerse más
que eran los personajes los que hablaban y no una persona haciendo de. También
hay personajes cuya participación no se cierra. La amiga de Milena (Mónica
Sánchez) o Katy, loretana que pareciera querer conquistar a Giovanni,
desaparecen de la pantalla sin lograr un objetivo, no desarrollan una acción
dramática clara. La película podría correr sin sus apariciones, esto se podía
haber corregido a nivel de guión aunque desconozco si por temas de producción
no pudieron desarrollarlos más.
Como crítica de la narrativa, cuando se
revela al final información sobre Ganosa (#NoMerecíamos, pero #SeVeíaVenir), a nivel de dirección no tiene el
mismo impacto que a nivel de guión. Si bien es un giro que termina revelando un
nuevo modo de interpretar la historia, la secuencia penúltima de resolución,
tiene mucho más impacto. El giro es bueno, termina de cerrar la historia y la
suerte de Giovanni, pero el modo en el
que se presenta es simple. Creo, en lo personal, que se pudo conseguir más
impacto tal vez con revelaciones más dramáticas.
Fuera de todo, gran final. La escena y el
picado de información de la última secuencia encadenada a las acciones finales
cierra la película dejando en claro cuál es su propósito. Terminas cuestionando
la existencia del problema y por qué no se trata en otros formatos, además
que revaloriza la cultura amazónica más allá del turismo: expresiones cocama,
costumbres y mitos ancestrales. Como defiende la gobernadora de Nueva Esperanza: “En la
selva tomamos la justicia con nuestras propias manos”.