Sufre peruano: los problemas de exhibición de las películas peruanas

Luego de la producción de una película, los cineastas peruanos deben tener una estrategia clara para entrar al mercado. ¿Cómo hace una película para exhibirse en las salas comerciales? ¿Existen barreras comerciales? ¿Quién defiende a la producción cinematográfica nacional?



Fotografías: Cortesía de Carolina Denegri

Raúl del Busto trabajó durante cuatro años junto a su esposa Cynthia Inamine para poder estrenar la película El espacio entre las cosas. Sin embargo, al tercer día de estreno, un cartel de la cadena Cineplanet avisaba a los usuarios que las funciones en la sala digital se habían cancelado por fallas técnicas. De esta manera, su gran proyecto era sacado de las salas como si no pasara nada.

Ese sábado por la tarde reclamaron ante el gerente general de Cineplanet, Fernando Soriano, pero este alegó que ni siquiera tenía conocimiento de que la película se estuviese exhibiendo en sus salas. Entre las salas comerciales, los productores y distribuidores de películas, no existe nunca un contrato para el tiempo de exhibición. Tal vez por esto ni siquiera el gerente general estaba al tanto. El impase se arregló pronto y Cineplanet se disculpó ofreciendo una semana extra de exhibición, pero la pareja no aceptó. La película se siguió proyectando en Cinemark del Jockey Plaza y ya no en las salas de la empresa de Soriano. Para este reportaje se trató de conversar con representantes de Cineplanet pero declararon que los despachos de gerencia no otorgan entrevistas.

El espacio entre las cosas ganó el último premio de distribución otorgado por el Ministerio de Cultura. Este consistió en aproximadamente 143 mil soles solamente para la publicidad, las copias y la distribución de la película. Sin embargo, ellos decidieron no asociarse a una empresa distribuidora sino hablar directamente con las exhibidoras para colocar su material audiovisual. Este es el camino más difícil para distribuir.

“Si vas a distribuir solo, sin la ayuda de nadie, tienes que estar detrás de que coloquen los afiches, de que pasen los tráilers en las salas, que no te den malos horarios y de ver cuánta gente va entrando a ver tu películas. Tienes que estar detrás de todo”, comenta Rossana Díaz, directora de Viaje a Tombuctú, que espera estrenar su cinta en las salas de cine en 2014.

Díaz ha producido, dirigido y ahora está detrás de la distribución de esta película. Ella no tiene el dinero que se necesita para contratar a una distribuidora, pero quiere salir airosa luego del estreno. “Hasta ahora no he tenido problemas. Lo ideal sería que tampoco los encuentre luego. He hablado con gente de Cineplanet y me dicen que podrían pasar mi película probablemente antes de fiestas patrias”, agrega sentada en un café. Como si todo se trataran de escenas de película.

La otra salida que le queda a un realizador es armar un contrato con una empresa distribuidora. Esta se encarga de colocar las películas de acuerdo a las negociaciones que tengan con las empresas exhibidoras. Entonces, en esta última etapa se concentra la parte publicitaria, las copias y la distribución. Esta etapa final demanda casi el 30% del presupuesto total de la película, sin embargo, los equipos de producción no lo toman siempre en cuenta inicialmente.

Las copias digitales o DCP, por sus siglas en inglés, han abaratado los costos de distribución. Por ejemplo, El Limpiador solo tuvo copias digitales y gracias a ello pudieron estrenar en las salas peruanas. “No hubiéramos podido pagar ni la copia máster en cinta de película, ni las subsiguientes, solo distribuimos en DCP, incluso internacionalmente”, cuenta Carolina Denegri, productora de la película.

Gonzalo Benavente sostiene que el proceso de distribución sería mucho más fácil si es que los realizadores, al inicio de la producción, fuesen más conscientes del costo que implica generar las copias y colocarlas en el mercado. “Si bien los DCP abaratan costos, lo que no gastas en copias lo gastas en la proyección en salas digitales”, comenta el director de Rocanrol 68’ que todavía se mantiene en algunas salas luego de cuatro semanas de su estreno. “Lo que pasa es que cuando empiezas a hacer una película, la distribución está desligada de tu presupuesto. El presupuesto llega hasta la copia cero, que es la que está lista para llegar a las salas, nada más”, aclara Carolina Denegri.

“El problema llega cuando esa transmisión de archivos digitales que se hace en cada sala cuesta $700 dólares”, afirma Benavente. Rossana Díaz concuerda con él en que el precio por exhibición en salas digitales vuelve ficticio el ahorro en la práctica. “No solo tienes copias de la película en 35[mm] y en digital, sino que también tienes que tener los tráilers en esos dos formatos”, dice. Sin embargo, este pago solo se realiza en la cadena Cinemark y no en las demás exhibidoras.

Paco Bardales, socio de Audiovisual Films, señala que jóvenes cineastas que se presentan a concursos de producción no contemplan los gastos de distribución.  “Cuando están en el rodaje se dan cuenta de que no les va a alcanzar para hacer todo lo que querían hacer. Además parece que hacen películas solo para premios. No apuntan ni a un público generalista ni a un grupo focalizado”, comenta.

En el caso de Rocanrol 68, los productores coordinaron la distribución directamente con Jorge Licetti de New Century Films, empresa que distribuye las películas de Warner Bros. en el Perú. Esta empresa también distribuyó Asumare, el gran éxito de taquilla del año. “Cuando quisimos realizar la película, necesitábamos tener la carta de intención de una empresa distribuidora, eso lo hicimos hace dos años [2011] y desde ahí hemos coordinado con Jorge. Su empresa tiene más facilidad de negociar con las exhibidoras”, cuenta Gonzalo Benavente.

En el caso de El Limpiador, que fue una cinta que se exhibió independientemente, la taquilla se repartía solo entre ellos y las salas de cine. “Normalmente es de 60 – 40 [%], sesenta para las exhibidoras y cuarenta para los realizadores. Si fuese con una distribuidora, ellos se llevarían una parte de la taquilla”, comenta Carolina Denegri. “En nuestro caso, la etapa de distribución no tuvo mucha inversión. Nos apoyamos en publicidad directa con amigos que repartían afiches y a través de las redes sociales”, agrega.

Carolina Denegri estrenará Chichama el 5 de diciembre, película trujillana que ganó 5 premios en el XVI Festival de Cine de Lima. “En este caso sí ganamos el premio de distribución que nos otorgó el DICINE en 2012 de aproximadamente 140 mil soles, pero contratar solamente una valla de publicidad ya cuesta bastante”, cuenta mientras me enseña los afiches y adhesivos verdes y negros de esta nueva producción.

El sistema de distribución que muchas veces se sigue para que las grandes producciones norteamericanas entren a las salas comerciales son los paquetes. Es decir, si quieres pasar Thor, tienes que llevar también una cantidad de películas adicionales como condición. De esta manera, las exhibidoras se llenan de material programado para un año y no pueden colocar más películas que salgan al mercado. “La persona con la que hablé para distribuir mi película no tiene espacio hasta julio del próximo año, no me queda de otra que esperar”, menciona Rossana Díaz.

Tondero Producciones, la empresa que produjo Asumare busca concretar este mismo tipo de esquema de distribución: planea sacar la película A los cuarenta junto con otras tres en paquete. De esta manera podrán tener más películas peruanas dentro de la programación. “Este modelo sería la solución si todos los productores tuvieran un Asumare. Tondero puede darse el ‘lujo’ de hacer esto porque ha hecho un exitazo. No creo que si los realizadores se unen para proponerle el mismo sistema a una distribuidora sea tan sencillo”, dice Rossana Díaz.

Gonzalo Benavente concuerda en este punto con Díaz. Él menciona que para que las películas sean vistas, tienen que ganarse al público. Cree también que estos últimos años se ha incrementado la expectativa por las producciones peruanas aunque el número de películas realizadas no haya variado mucho en los últimos tres años. “En todo caso, si es que el público espera más de lo nacional deberíamos tomar a nuestro favor el beneficio de la duda y aprovechar el momento”, afirma Benavente.

“Creo ahora que sí funcionan los géneros como terror y comedia. Están arraigados en el público peruano, aunque que sí hay  público para otros géneros”, opina Carolina Denegri, cuya película El Limpiador se proyectó durante tres semanas y convocó a 5 mil 587 personas en marzo de este año.



¿Y la ley para cuándo?


Como socio de Audiovisual Films, Paco Bardales participó de la producción de Cementerio General. Él no cree que el Estado deba proteger incondicionalmente a las películas nacionales. “No podemos pretender que una persona sea obligada a ver algo solo por el hecho de ser peruano, debe tener un valor agregado. Los géneros por ejemplo son una buena forma de motivar a la gente para que vaya al cine”, declara.

Durante la época del gobierno militar las cuotas de pantalla fueron establecidas por ley. La producción nacional, se dice, estuvo en auge porque se transmitían cortos documentales o de ficción antes de todas las películas. En esa época grupos audiovisuales podían transmitir sus trabajos en pantalla gigante. “El cine peruano nunca tuvo un auge, en la época de Velasco era todo impuesto por el Estado, era un auge ficticio, porque nunca existió una industria cultural creciente. Eso pasó en Argentina, pero acá no”, responde Rossana Díaz cuando le hago mención de esos años.

Díaz argumenta que para que una nueva ley de cine sea completa no debe verse solo el tema del financiamiento,  el problema pasa también por la formación del realizador. “Las historias son escritas por gente que solo quiere dirigir, no son escritores. Deberían formarse guionistas, luminitos, directores de fotografía, ahí se estarían preocupando de verdad por el cine nacional”, cuenta. Remarca que cualquier persona que realmente quiere dedicarse a eso tiene que estudiar fuera del país.

El Estado, además de dar protección a una industria cultural frente a la empresa privada, debería generar sus propios espacios de distribución alternativa a la comercial. Rossana Díaz sostiene que luego de pasar por las salas, deberían existir complejos estatales donde estas películas se puedan alojar durante una temporada más larga. “Eso pasa en Argentina y no es gratuito, el Estado recauda una taquilla que va para el realizador. Allá existen más espacios, incluso para terminar mi película yo gané un premio. Una película extranjera ganando un premio en Argentina… imagínate”, agrega sonriendo por su reconocimiento.

Benavente por su parte no defiende las cuotas de pantalla, pero sí siente que se podrían generan nuevos espacios de distribución, no directamente poner al Estado a distribuir pero garantizar por lo menos la difusión nacional dentro del mercado. Bardales, por su parte, señala que el apoyo económico es bueno, pero luego los trabajos quedan a la deriva si es que no se preocupan de acompañar a la producción por todo el recorrido cinematográfico.

“En otros países la situación es distinta, tienes el amparo legal. Ahora, aunque los distribuidores te puedan querer ayudar, están protegiendo su negocio. Ojala que en el futuro no sea así y podamos estar protegidos. Es muy difícil negociar en estas condiciones porque te pueden dar una semana,  pero si no logra llegar a la gente y no le va bien, ya no tiene una segunda oportunidad”, finaliza Carolina Denegri.

¿Llegarán mejores tiempos para las cintas peruanas? Actualmente es el propio mercado el que regula qué película se queda y qué película no. “El sistema económico de las salas comerciales es llevar a gente a que coma canchita, ellos, creo yo, no tienen un sesgo directo contra las películas peruanas, su negocio está en la comida porque de las proyecciones no ganan mucho, las películas son solo una excusa”, señala Gonzalo Benavente.

Después de la salida de Luis Peirano del Ministerio de Cultura el anteproyecto de ley que se estaba elaborando teniendo en cuenta a los actores de la producción, distribución y exhibición de las películas ha quedado suspendido. “Estoy seguro de que va a seguir así porque no se van a poner de acuerdo entre exhibidores y realizadores”, sostiene Bardales.

Desde el 2009, películas como La teta asustada, Contracorriente, Octubre o El Limpiador han ganado distintos premios internacionales en festivales de cine. Aunque parece que afuera el cine peruano la rompe, nadie es profeta en su tierra. Cuando entran al circuito de distribución nacional, no tienen el mismo éxito. Los reconocimientos en el exterior convierten al nuevo cine peruano  menos comercial y más de culto. Tal vez se tiene que dejar de pensar en el autor y empezar a tener en cuenta lo que el espectador quiere ver. En ese momento podrán hablar más de igual a igual con el mercado.

Películas peruanas más taquilleras de los últimos 10 años

2002: Django, la otra cara

2003: Paloma de papel

2004: Doble juego
2005: Mañana te cuento
2006: Dragones, destino de fuego
2007: La gran sangre
2008: Mañana te cuento 2
2009: El delfín:
 la historia de un soñador
2010: Contracorriente
2011: El guachimán
2012: Los ilusionautas
2013: Asu mare

Ninguna cinta fue distribuida independientemente.
Fuente: Cinedatos Estadísticas

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